Nazareth no solo es el lugar donde vivió Jesús durante su infancia y adolescencia, es también y sobre todo el lugar donde se encarnó, en el seno de María. En la gruta se venera el momento especialísimo en el que el ángel anunció a María que en su seno sería concebido el Hijo de Dios, por obra del Espíritu Santo.
Este momento marca el inicio de la historia de la Salvación y por eso cada año, la Basílica de la Anunciación congrega miles de fieles no sólo católicos sino cristianos en general, para hacer memoria de la visita del ángel a María.
Momento sublime en el cual María, con su «fiat» expresa su fe y su disposición a colaborar libremente en el plan que le fue revelado. Con su «fiat», María se convierte en la primera discípula de Jesús. A través de la encarnación, ella comparte los sentimientos de su hijo y con Él dice: ” He aquí, yo vengo para hacer, oh Dios, tu voluntad» (He 10,7).
El sábado 25 tendrá lugar la tradicional entrada solemne en la Basílica del Administrador apostólico, Mons. Pierbattista Pizzaballa, acompañado por franciscanos y representantes de otras iglesias cristianas, donde se reza en árabe, la oración de vísperas.
Por la noche, tiene lugar la procesión mariana con cirios, un momento de adoración ante el altar, para celebrar con la Palabra, la oración y la Eucaristía, la presencia real de Jesús, el Verbo de Dios, que en este preciso lugar se hizo carne.