«Señor mío, quisiera recorrer la Tierra, predicar tu nombre, solamente que una sola misión no me bastaría, quisiera anunciar el Evangelio en las cinco partes del mundo e incluso en las islas más remotas… no sólo durante algunos años. Quisiera ser misionero, pero quisiera haberlo sido desde la creación del mundo y serlo hasta la consumación de los siglos». Estas son las palabras que Teresita le dirige a Jesús en su oración. Y si es cierto que no viajado apenas en vida, su luz ha irradiado más allá de los océanos.
Las reliquias de santa Teresa comenzaron a viajar en 1944 cuando fue nombrada segunda patrona de Francia. Después de la victoria de 1945, se organizó un recorrido con el relicario a través de las diócesis de Francia para dar a Dios gracias por la paz.
En 1997, año del centenario de la muerte de Teresa de Lisieux, el entonces rector decidió organizar un viaje de las reliquias a tres grandes ciudades de Francia: París, Lyon y Marsella. En aquel entonces, mucha gente temía que este evento fuera un fracaso. ¡Y sin embargo el éxito fue inmediato! Hoy, las reliquias de santa Teresa de Lisieux y de sus padres, los esposos Martin, han atravesado unos 60 países en los cinco continentes.
Las reliquias de santa Teresa han visitado alrededor de 70 países y todavía continúan viajando. El 30 de septiembre de este año visitarán Egipto y permanecerán allí hasta el 31 de diciembre.
Es una ocasión propicia para profundizar en su significado y acoger el fabuloso testimonio de fe y de amor que nos da la vida de esta santa. La reliquia es el signo de que estos hombres y mujeres están vivos en Jesús hoy. Orar ante el relicario permite vivir especiales lazos de comunión entre la tierra y el cielo. Tocar una reliquia no es un gesto nostálgico ni un acto de superstición. Las reliquias son signos de la presencia activa de los santos entre nosotros. Con estos pobres signos, el poder de Dios se despliega en la medida de nuestra fe y de nuestra oración.
La comunidad carmelitana del Cairo está preparando con entusiasmo esta visita.
