El corresponsal de la Vanguardia en Beirut, Tomás Alcoberro, nos recuerda que un amigo suyo (Antoine Khater), en un rincón de la cocina de su casa los días en que la ciudad estaba siendo bombardeada, estaba totalmente entregado a la traducción de la obra teresiana. Teresa de Ávila es difícil de traducir. Su lenguaje es coloquial, pero difícil. La obra de la mística no se deja leer sin más. A pesar de su voluntad para hacerla plástica con la ayuda de buenas metáforas, y con expresiones aproximadas para dar a entender su experiencia espiritual, ¿cómo traducir, por ejemplo, palabras fundamentales para entender su discurso como el arrobamiento, el éxtasis, el rapto místico?
Antoine Khater, sin embargo, ha huido de una traducción erudita y ha traducido a Teresa de Jesús con el mismo tono natural, espontáneo, con que lo habría hecho ella misma, y prestando, como ella también hacía, especial atención a los términos importantes. Buscando en lo posible acercar el texto a la sensibilidad oriental. 30 años han sido necesarios para llegar a completar el trabajo: «Santa Teresa de Ávila». Obras completas, Ediciones del Patrimonio del Carmelo, 2017.