San Juan de la Cruz nació el 1542 en Fontiveros (Avila), de una familia muy pobre. Fue huérfano de padre, siendo muy joven. Vivió la crisis económica de la 2ª parte del siglo XVI. Esa pobreza les ha obligado a su familia al éxodo rural. Su madre vivió de la caridad publica, una mujer indigente, de las limosnas. Le ayudaron los jesuitas que le ofrecieron una enseñanza gratuita de calidad. Era un hombre muy sensible, ya desde su infancia, con un alma de artista. Con capacidades al mismo tiempo manuales, y de caridad hacia los enfermos.
Por amor de la Virgen entró en los Carmelitas en 1563 en Medina del Campo. Y hace sus estudios en la famosa universidad de Salamanca (1564-1568). En 1567 tiene lugar el encuentro decisivo con Santa Teresa que cambiará el curso de su vida en una de sus primeras misas en Medina. Ella lo convence para empezar con la reforma masculina del Carmelo en lugar de marcharse a la Cartuja como era su deseo. El 28 de noviembre del 1568 empieza la reforma del Carmelo descalzo en Duruelo, un poblado perdido entre Avila y Salamanca. El suceso es inmediato.
Después de haber trabajado en la formación y en el desarrollo de la nueva Orden, durante 5 años (de 1572-1577) será confesor en el monasterio de la Encarnación, donde seguirá su amistad espiritual con la madre Teresa. Allí fue confesor, acompañó a las hermanas en su camino espiritual, y escribe los primeros Dichos de luz de amor. El 2 de diciembre de 1577, fue capturado como rebelde por Carmelitas no reformados. Esta será la prueba decisiva de su vida, donde va a vivir en su propia piel la «noche oscura» y la «transformación de amor». De ese infierno, hecho de humillación van a surgir los más bellos poemas de amor de toda la literatura universal. El más conocido hasta nuestros días sigue siendo el poema llamado el Cántico Espiritual y su comentario.
Fue liberado de la cárcel la noche del 14 al 15 de agosto del 1578. Tiene que huir de sus perseguidores hasta las remotas tierras de Andalucía, al convento del Calvario. Allí encontró una segunda mujer, muy amiga de Sta Teresa, del primer grupo de fundadoras, la capitana de las prioras, Ana de Jesús, que era priora del Carmelo de Beas de Segura, y su amistad fue muy importante para el desarrollo de la experiencia de san Juan de la Cruz. Allí escribirá los primeros comentarios, Noche Oscura, Subida del Monte Carmelo, y el comentario del Cántico Espiritual.
Los años siguientes (del 1578-1588) serán de gran labor tanto a nivel de viajes, como escritor, superior y como acompañante de las nuevas fundaciones por Andalucía, concretamente la de Granada. Del 1588-1591 vive en Segovia y fue el primer Definidor. Fue un período maravilloso. Mantuvo una gran amistad con una laica, doña Ana de Peñalosa, a quien dedicará su última gran obra: Llama de amor viva.
Un día, colocó en la Iglesia un cuadro con Jesús con la cruz a cuestas, y contemplando este cuadro, oyó a Jesús decirle: «Juan, ¿qué quieres que haga por ti?». Y en vez de responder: sabiduría, felicidad, u otras cosas de este tipo… su amor le hace responder: «Señor, sufrir y ser despreciado por amor tuyo». En 1591, el último de su vida, por haberse opuesto al superior durante el capítulo Provincial, es destituido de todos sus cargos, y enviado «en exilio», de nuevo a Andalucía. Casi lo envían a México, pero contrae una gangrena en una pierna, que lo lleva a la muerte en Úbeda.
Algunos de sus hermanos que había corregido, cuando era superior, lo tratan mal, mientras que los demás admiran su santidad y su paciencia. Cuando ya estaba agonizando y que le proponen recitar el Oficio de difuntos, él prefiere que le reciten el Cantar de los Cantares. Muere en la noche del viernes al sábado 14 de diciembre del 1591 para cantar los maitines al cielo, bajo el escapulario de la Virgen.
ESPIRITUALIDAD SANJUANISTA: TRES SÍMBOLOS Y UN PROYECTO
La Noche
San Juan de la Cruz ha vivido en la noche física durante 9 meses, el tiempo de un nuevo nacimiento. Pero en la noche podía escuchar el rumor del agua del río Tajo. Para él es un símbolo potente de la acción de Dios en nosotros. Para él la noche no es un símbolo negativo es la consecuencia del exceso de luz que viene de Dios. No podemos mirar a Dios cara a cara sin estar deslumbrados por la intensidad de la luz de Dios. Hay que aceptar entrar por la noche oscura de la fe si queremos que esta se ilumine en la luz de la transfiguración. Para San Juan de la Cruz, la noche es el exceso de luz divina. Con tres versos del salmo 138, podemos resumir a la perfección esta idea: «ni siquiera para ti las tinieblas son oscuras / la noche es clara como el día / para ti las tinieblas son como luz.
La Llama de amor Viva
Los Padres de la Iglesia tenían costumbre de decir: «Que Dios se había hecho hombre para que el hombre se convierta en Dios» (San Ambrosio). San Juan de la Cruz llama este proceso «la unión transformante de amor». Utiliza el símbolo del madero húmedo que va a ser transformado por etapas en una brasa incandescente.
«… de la misma manera se ha en el alma, purgándola y disponiéndola para unirla consigo perfectamente, que se ha el fuego en el madero para transformarle en sí. Porque el fuego material, en aplicándose al madero, lo primero que hace es comenzarle a secar, echándole la humedad fuera y haciéndole llorar el agua que en sí tiene; luego le va poniendo negro, oscuro y feo, y aun de mal olor, y, yéndole secando poco a poco, le va sacando a luz y echando afuera todos los accidentes feos y oscuros que tiene contrarios a fuego; y, finalmente, comenzándole a inflamar por de fuera y calentarle, viene a transformarle en sí y ponerle tan hermoso como el mismo fuego. En el cual término ya de parte del madero ninguna pasión hay ni acción propia, salva la gravedad y cantidad más espesa que la del fuego, porque las propiedades del fuego y acciones tiene en sí; porque está seco, y seca; está caliente, y calienta; está claro y esclarece; está ligero mucho más que antes, obrando el fuego en él estas propiedades y efectos» (2N 10,1)
El Desposorio espiritual
Pero el símbolo más presente en la obra de San Juan de la Cruz es el que toma del Cantar de los Cantares: la aventura amorosa entre el hombre y la mujer, símbolo del amor de Dios y de su Hijo por su Esposa (la Iglesia y la humanidad).
Muchas de las poesías de San Juan de la Cruz y por consiguiente, también de sus comentarios van a cantar el amor de la Amada hacia su Amado. Un verso de sus poemas resume este proceso: «Amada en el Amado transformada».
Proceso de transformación
Partiendo de la toma de conciencia de la deformación provocada por la ruptura de la Alianza con Dios, el cristiano toma conciencia que tiene que re-formarse. Esa re-formación de la persona humana pasa por una configuración con Cristo, única verdadera imagen de Dios. Poco a poco, el alma unida a Dios, se vuelve Dios por participación. Es ‘deiforme’. Más aún el creyente se une a cada una de las Tres Personas divinas y participa del dinamismo de la vida misma de la Trinidad. Engendra el Hijo y aspira el Espíritu.
En resumen, de la deformación a la reformación, pasando por la conformación a Cristo, para obtener la divina transfiguración.