Stella Maris y parroquia ocd en Haifa: una única familia

Celebramos los carmelitas el 7 de diciembre 2021 el 150 aniversario de la consagración de la iglesia parroquial, ocd  en la parte baja de la ciudad de Haifa cerca del mar. En el mismo acto celebramos S. José patrón de la parroquia festejado también en 2021 como patrón de la Iglesia universal. La parroquia de los Carmelitas en Haifa irradia una luz particular, la luz que procede de esta tierra bíblica, tierra de patriarcas, profetas, tierra de Jesucristo.

Es la tierra donde nacieron los carmelitas y donde adquirieron el espíritu que los anima. Espíritu encarnado en el profeta Elías y transmitido por los moradores del monte Carmelo bajo la protección de la Virgen, reina y Señora del monte Carmelo. El espíritu de la Orden encuentra aquí en Haifa, como veremos, una manifestación excelsa en la simbiosis entre la casa madre de la Orden, «Stella Maris”, la parroquia ocd, y los cristianos de Haifa.

En 1767 el Pasha de S. Juan de Acre Dhaher al Omar ordeno la destrucción del convento que los carmelitas poseían de bajo del faro actual unos metros más abajo en dirección del mar de donde se alza hoy el monasterio de «Stella Maris».

El convento fue fundado por el carmelita riojano P. Próspero y habitado por su comunidad desde el 1633. Dhaher al Omar otorgaba a los carmelitas el permiso de construir un convento donde se alza hoy «Stella Maris» cuando las circunstancias lo permitiesen.

El Pasha había reunido a los pocos habitantes de Haifa en la parte baja de la ciudad que había protegido con un muro de defensa en 1762. De hecho, temía un ataque inminente de los Otomanes como castigo por no pagar los impuestos al gobierno central en Constantinopla. El superior general de los Carmelitas residente en Roma había enviado a dos frailes italianos, uno de ellos arquitecto, para construir el convento sobre el monte cuando las circunstancias lo permitiesen. El mandato de demolición de Dhaher el Omar dejo a los carmelitas sin un lugar donde poder habitar. Fue la generosidad de los cristianos de Haifa que vino en su ayuda.

Fr. Juan Bautista de S. Alejo, arquitecto de profesión era uno de los dos frailes mandados por el superior. Fr. Juan Bautista recuerda en 1774 la generosidad de los cristianos. Su testimonio se puede leer en los Archivos de la Delegación ocd en Stella Maris. Dice así: «Los cristianos de la cercana ciudad de Haifa, habiéndonos dado gratuitamente sitio suficiente junto a su iglesia, nos propusimos hacer una pequeña capilla, una pequeña cocina, una cantina, un diminuto establo, un patio cerrado con muros…». En el ambiente físico descrito arriba vivió el primer párroco de origen maltes, P. Julio del Salvador (1803-1841).

En 1914, con el inicio de la primera guerra mundial, los lazos entre los cristianos de Haifa y los frailes carmelitas de «Stella Maris» se hacían más fuertes como atestiguan las memorias de Fr. Francis Stuart Lamb conservadas en el archivo de la Delegación de «Stella Maris».

Fr. Francis de origen inglés, fue enviado por el superior general para ser vicario del monasterio de “Stella Maris” . Una decisión acertada dado que la familia de Fr. Francis estaba emparentada con la aristocracia inglesa y esto facilitaría las negociaciones con los ingleses que ocupaban el monasterio de «Stella Maris».

Fr. Francis escribe en sus memorias que en diciembre del 1914 tres oficiales del ejército otomano se presentaron hacia el mediodía en el monasterio de «Stella Maris» informando a los pocos frailes que quedaban que el monasterio y los alrededores había sido declarada zona militar y en tres horas debían abandonar el monasterio. En estas tres horas podían recoger los enseres que quisieran y llevárselos consigo.

Los cristianos de Haifa pidieron a los frailes que les permitieran llevarse la estatua de la Virgen del Carmen a la parroquia para proteger la preciada estatua y ser protegidos ellos mismos por la Virgen. En efecto la parte baja de la ciudad estaba siendo seriamente bombardeada por las naves inglesas y francesas desde la bahía de Haifa. Los frailes accedieron a la petición de los cristianos.

Los otomanos fueron expulsados del monasterio de «Stella Maris» por los soldados australianos en septiembre 1918. Las tropas inglesas evacuaron el monasterio más tarde, el 19 de abril 1919 que casualmente era un sábado santo. El 27 de abril domingo «in albis» la estatua de la Virgen volvía a la iglesia del monasterio sobre el monte.

La vuelta de la Virgen a «Stella Maris» fue una manifestación religiosa sin precedentes en Haifa. Los ingleses estaban dispuestos a llevar la estatua con todos los honores militares debidos. Los jóvenes cristianos de Haifa quisieron ser ellos los que arrastrasen por medio de las cuerdas el carro donde estaba la estatua en su subida hacia el monte. En la procesión participaron cristianos y también musulmanes. Supuso un éxito tal que fue decidido repetirla anualmente. Limitada al principio a la sola población de Haifa, se fue convirtiendo con el pasar del tiempo en una a procesión regional y después la participación era ya de todas las partes del país. Hoy día es considerada la procesión más importante en el país después de la procesión de los Ramos en Jerusalén.

En mayo del 1948 de nuevo el destino cruel de la guerra entre árabes y hebreos reforzaba los lazos entre los cristianos de Haifa y los Carmelitas de «Stella Maris». Las familias cristianas subieron al monasterio de «Stella Maris» y en él y en sus alrededores permanecieron unos meses como refugiados.

Los avatares de la historia han forjado una sólida unidad entre los cristianos de Haifa y el monasterio «Stella Maris». Desmembrar la parroquia del monasterio o viceversa es imposible. Los dos forman una unidad. Son la misma familia carmelita, hijos espirituales del profeta de Tishbé y de la Virgen del Monte Carmelo.

Durante la celebración que recordaba al inicio de este artículo fue leído un mensaje de N. P. general Rvdo. P. Miguel Márquez Calle. Su mensaje rezuma simpatía por esta tierra y su gente. P. Miguel ha pateado muchas veces los caminos de esta tierra con el autor de estas líneas y con peregrinos caminantes. Juntos hemos compartidos buenos momentos con la hospitalidad que nos han ofrecido.

En esta tierra el P. Miguel ha recibido tantos «guiños» de Dios como él suele decir. En Jerusalén ha sostenido el peso de la Vía Dolorosa y la consolación y alegría del Resucitado. Jerusalén le ha sido manifestada con su inconfundible encanto. Quiera Dios que de su mano volvamos los carmelitas a Jerusalén. Nuestras Hnas. Carmelitas nos están esperando en el Monte de los Olivos. Entretanto oran por el retorno de sus hermanos a la ciudad santa. En Jerusalén está el Patriarcado Latino, el mismo que nos dio nuestra Regla. A Jerusalén no se le dice adiós, sino hasta luego. Repitamos pues con esperanza el tradicional dicho: El año próximo en Jerusalén.

Fr. Francisco Negral Ramos, ocd

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