San Alberto, autor de la Regla del Carmelo

Hoy, 17 de septiembre, celebra el Patriarcado latino de Jerusalén la memoria de San Alberto (+ 1214), Patriarca íntimamente ligado al nacimiento de la Orden de los Carmelitas.

Fue él quien escribió la Regla (manera de vivir) para los eremitas que habitaban las grutas del Monte Carmelo, en particular para los que se encontraban en el Valle Siah, a unos 4 km al sur del promontorio del Monte Carmelo.

Resaltamos dos lugares topográficos cargados de espiritualidad: Valle Siah y Jerusalén.

El valle Sian forma parte de la memoria colectiva de la Orden junto con la fuente del profeta Elías, que brota en la parte occidental del valle.

Aquí nació la Orden, aquí están sus raíces, por donde pasa la vida que garantiza su sobrevivencia en la Iglesia y en el mundo.

Las raíces tienen que ver sobre todo con la Biblia y con el profeta Elías, morador del Monte Carmelo, donde ha legado su espíritu. La figura de Elías es ensalzada por la Biblia rayando al infinito: profeta que no muere y reaparecerá abriendo paso a la llegada del Mesías en los últimos tiempos. Jesús lo coloca a su lado el día de la Transfiguración en la santa montaña.

El profeta Elías adquiere más esplendor con la aparición del Mesías, Jesús, el hijo de María y José. María, Hermana, Protectora, Madre, Reina y Señora de los Carmelitas. José, Protector y Patrono de la Orden.

La Orden de los Carmelitas es singular y sin igual por haber nacido en la tierra de la Biblia siguiendo el espíritu del profeta Elías. Las casi interminables dilucidaciones sobre el carisma de la Orden durante los últimos 50 años largos, adquieren aquí, en la cuna de la Orden, una cierta provisoriedad. En el Wadi se toca el carisma de la Orden.

Celebrando este día los Carmelitas de la Casa Madre, Stella Maris, la Santa Misa en el Wadi, queremos gritar a toda la Orden: «Venid y ved» la identidad de la Orden que desprende el Valle Siah.

El segundo punto a resaltar es Jerusalén. San Alberto residía en San Juan de Acre cuando escribió la Regla, pero su figura y sus acciones (la Regla incluida) van ligadas a Jerusalén, su sede oficial. Jerusalén ensalza su Patriarcado, ensalza nuestra Orden.

Jerusalén, ciudad sin igual en todo el mundo proyecta a la humanidad y a nuestra Orden hacia un «plus ultra» continuo.

Jerusalén ha nutrido la esperanza del pueblo judío de generación en generación y ha sido clave en su sobrevivencia.

Jerusalén tiene capacidad para hacer lo mismo con nuestra Orden. Cuando participo en la procesión de los Ramos subiendo de Betfagé hacia la cima del Monte de los Olivos diviso el Monasterio del Pater y nuestras hermanas Carmelitas participando desde el interior de su convento a la entrada del Mesías en Jerusalén.

Me imagino ese día, cuando la Orden toda, con el profeta Elías a la cabeza aclamaran en el Monte de los Olivos la entrada del Mesías gritando: «Bendito el que viene en nombre del Señor» o repitamos todos la proverbial frase: «El año que viene en Jerusalén».

P. Paco Negral, ocd

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